– DE LO SAGRADO A LO ARTÍSTICO –
– National Geographic – Carmina Balaguer
KONVENT, EL CONVENTO TRANSFORMADO EN CENTRO DE ARTE DONDE LA MEMORIA CAMBIA DE MOLDE
Un proyecto ubicado en el Bergadá que arropa todas las formas de expresión artística y enriquece la cultura arraigada al territorio.
En la antigua colonia textil de Cal Rosal, un convento de monjas de finales del siglo XIX cambia su “c” inicial por una “k” rompiendo con las formas del recuerdo. Convertido en centro artístico multidisciplinar, este recinto ubicado en el sur de Berga –capital de la comarca del Berguedà, en la Cataluña interior–, es también un referente en trascender los límites de lo que se entiende por espacio.
LLENANDO LOS VACÍOS
En la actualidad, el espacio –y el lugar donde éste se encuentra– es lo que da identidad a este centro que resuena por sí mismo, con maderas que crujen y unos vientos que se escurren atrevidos entre las ventanas rotas de las primeras naves. La actual entrada al recinto atrae con vigas caídas, medianeras agrietadas y lámparas que tambalean sin bombilla, con sus pantallas rotas. Un poco más al fondo, se
presenta el edificio del antiguo convento –el mejor conservado y donde se concentran la mayoría de las actividades– con un sinfín de objetos que guardan su estética original: cruces sin cristo colgadas en los cuartos o una partitura austríaca abierta en la página 105 en la galería del primer piso, por ejemplo, dialogan con un jardín de descanso bucólico. La magia de entrar en el Konvent es, precisamente, esta: nada ha sido escenificado; cada elemento habla del pasado, siendo pensado para el presente en debate constante.
Según Rosa Cerarols, fundadora de Konvent junto a Pep Espelt y Eduard Finestres, “el espacio nos eligió a nosotros”, descentralizando Barcelona como plataforma de producción cultural y artística. Por esto, desde él se convocan residencias artísticas que tengan arraigo con el territorio y apelen a la experimentación, abogando por “la creación en el sentido libre de la palabra”.
ARTE Y DENUNCIA
La sensación de inacabado que dejan los espacios en desuso aquí es tomada como una oportunidad de vanguardia, en una visita que a la vez es cruda y poética. Así, por ejemplo, una nave desolada de la antigua fábrica expone fotografías de gran tamaño en las que Guillem Trius retrata el silencio que la guerra ha dejado en Siria; los pacientes de salud mental de Afganistán y Pakistán fotografiados por Diego Ibarra Sánchez aguardan en la antigua enfermería, dentro del convento; o la crudeza de las migraciones del Mediterráneo retratada por Santi Palacios cubre el patio principal, buscando una libertad que la realidad no encuentra.
Otros proyectos se exponen como parte de la muestra ‘Necessari’ (Necesario) –activa a lo largo de octubre– que reúne doce trabajos publicados en la revista 5W en motivo de sus cinco años de fundación, como los realizados por Anya Miroshnichenko, Ricardo Garcia Vilanova, Mikel Ayestaran, Alfons Rodríguez, José Colón, Núria López Torres, Anna Surinyach, Cinta Fosch o Séverine Sajous.
Cada obra se funde con el lugar, pero también con el visitante, quien asume un rol nada más entrar: completar el espacio con su huella.
‘GRANS’, ARTE TERRITORIAL
El carácter de Konvent no solo reside en el interior del recinto, sino también en sus territorios circundantes, con residencias artísticas como la elaborada junto a Séverine Sajous, una fotógrafa francesa que aborda la imagen de forma participativa y que fue convocada para realizar ‘Grans’. Este proyecto, comisariado por Rosa Cerarols de Konvent con el apoyo del Ayuntamiento de Avià, busca homenajear a la gente mayor de esta población ubicada a cinco kilómetros de Cal Rosal.
PRESENTE Y PASADO
Sajous, que al ser residente en Konvent ha podido explorar nuevos territorios artísticos en un espacio que “no solo cambia las formas, sino también las lecturas”, recupera escenas cotidianas del pasado, reproduciéndolas en el presente. Durante una semana acudió a Avià con una cámara, un trípode, dos flashes y un croma y se dedicó a recrear fotografías que los vecinos del pueblo habían elegido de sus álbumes familiares –acudiendo de nuevo con ellos a la ubicación original o retratándolos con un croma. El resultado es un proyecto que incluye las fotografías actuales insertadas en las antiguas, en una incrustación poética que trasciende el collage y se aleja de la imagen de archivo. Con la postproducción de imagen a cargo de Pepe Molina Cruz, se logra resaltar este tránsito entre pasado y presente con unas líneas de color que enmarcan a la persona fotografiada en la actualidad, dentro de la vieja imagen.
Así, el marco adquiere una fuerza que se aleja del dramatismo que el confinamiento ha dejado en la sociedad. “Si colocábamos las dos imágenes juntas sin más se fundían en confusión. Con el marco queríamos marcar un parón emocional, que ayudara a pensar cuál ha sido el recorrido vivido”, comenta Sajous.